MUJERES, 2
iv
GRADO DE UNA TRISTEZA
Qué haría con tu
carne en una noche tan triste
y tan sola como ésta,
compañera.
Qué haría con tus cosas de mujer soltera detrás de la
puerta.
Qué haría con tu triste guitarra muriéndose de hambre
debajo de la tierra.
Qué haría con tu timidez saltando a la camisa desde tu
boca muerta.
Qué haría con tus ojos de animal feroz,
con tus territorios de carne humana en tierra extranjera.
Qué haría con tus movimientos de cabellos,
con tu utilidad de alimentos,
compañera.
Qué haría con tus rodillas, con tus pies, con tus cosas
en una noche como ésta,
compañera.
Qué haría con tus violines de leche
que pasan por la oscuridad matando abejas.
Qué lejos parece todo aquello: el tiempo.
Y alguien está solo, y alguien llora detrás de la puerta:
alguien pregunta por tus gaviotas, por tus zapatos viejos
detrás de la puerta.
Alguien busca en el aire tus dedos blancos,
tu silencio de guitarra vieja,
tus inmóviles manos cubiertas de abejas muertas.
Y alguien sólo llora, sin odio: sólo llora, compañera.
MOMENTOS DE LA SOLEDAD
Acompáñame ahora,
compañera:
no evites tus viejas preguntas tontas,
no entierres mis ojos entre las hojas secas.
Pregúntame por el pueblo de ciegos enterrado en mi alma.
Pregúntame por mi verdadero nombre.
Pregúntame por Marinelly o sus dos inmensas alas.
Pregúntame algo:
dame la oportunidad de decírtelo todo y de pronto:
desde su inicio, ocultando abejas en el corazón,
protegiendo el cuerpo detrás de puertas cerradas:
podría decirte lo que llevo conmigo y callo,
lo que oculto detrás de la fotografías de cumpleaños,
lo que entierro en mi alma.
Pregúntame algo,
pregúuntame por la puerta cerrada,
por la muchacha rubia en la galería de hielo,
pregúntame por las cosas ocultas en nuestros zapatos:
si no lo hicieras esta vez y de pronto
me iría muriendo entre risas y fiestas de abogados
y mis ojos aparecerían, un día, en tu alma, ahogados,
y mi alma moriría, viajando sola,
entre tus ojos azules y tus pechos cerrados.
ESCRITO SOBRE LA PUERTA
Después que te has
ido,
los objetos, las cosas, los retratos se han reducidos:
cada día están más pequeños, compañera.
Nada permanece inmóvil:
es como si la vida terminara contigo,
compañera.
No es sólo tu vientre más poblado que la madera
ni tus dos torres blancas establecidas como templos en mi
alma.
No son tus ojos que crecen en mi corazón como lámparas
Tampoco es tu voz que arrastra mi alma por tierras
extranjeras;
no es sólo tu alma blanca creciendo en la tristeza:
es como si faltara tu alma en el aire, en el reloj,
en la puerta,
compañera.
No es lo mismo vientre, alma, sombra, tristeza:
no son las mismas palabras sin ti,
compañera.
En las noches,
cuando todo huele a tus ojos de ausente,
tu nombre arrastra mi alma por tierras extranjeras
y a las ventanas llegan barcos perdidos,
enamorados extraviados en la tristeza.
Como antes de comenzar tu exilio,
a las doce suenan los estómagos vacíos,
los ángeles despedidos del cielo;
pero las horas entonces ya no suenan en el reloj,
sino en el vacío de mi corazón, compañera.
Después que te has ido,
todo ha estado reduciéndose:
el tamaño de las cosas, de las ventanas, de las puertas:
todo se va reduciendo mortalmente, compañera.
Sólo sigue igual, grande, creciendo
mi tristeza.
ÁRBOL DERRIBADO EN LA NOCHE
Hay en mí y en mi
estómago, compañera,
un nombre, un silencio, una ventana cerrada por dentro.
Están también tus dos alas,
tus dos torres blancas,
tus dos lámparas azules estacionadas en el cielo.
Hay en mí un amor y un sueño tan inútiles, compañera,
y tantos números sueltos.
Si tan sólo fuera este cuarto de muertos, compañera.
Si fueras sólo alguien sin alma que llega desnuda al
cuerpo,
si no llegara esa pareja de niños enamorados
húmedos y abrasándose bajo la lluvia.
Si alguien quisiera y se llamara Judas...
pero ya nadie quiere decir mi nombre.
Y ya no hay un número,
un nombre pronunciado en el silencio:
tan sólo algunas plumas, algunas luces,
un árbol, una ventana, celos,
y un enfermo del corazón
que en la oscuridad, con su boca,
busca tus dos lámparas azules estacionadas en el cielo.
SÓLO UN NÚMERO
Ya no hay dos
lámparas azules iluminando mi alma
ni dos torres levantadas en la nieve
ni una boca con alas conspirando contra el invierno
ni una puerta cerrada por fuera y abierta por dentro:
sólo el recuerdo de unos ojos, un río verde
naciendo y propagándose por unos cabellos
y un nombre desterrado en el silencio.
Ya no hay una corona de nieve abierta sobre el mapa
ni un barco pirata esperando en el puerto
ni el retrato en la pared preguntando por los enfermos:
sólo un número,
un espacio vacío
y un territorio blanco tantas veces visto.
NADA CAERÁ
Quién sabe dónde
estarás, compañera.
Alguien probablemente alumbra su alma
con tus dos azules lámparas.
(Quizás ya los nuevos inquilinos
han encontrado mi corazón en tus zapatos
y han poblado ya de sonidos nuestra cama.)
Aquí, a veces, la espera no es tan larga:
el recuerdo cierra los círculos vacíos
y el calendario de la puerta precipita tu imaginaria
llegada:
tus dos perfectas blancas estatuas entonces llegan a mi alma
y estacionan tus ojos azules en las fotografías de
cumpleaños,
y tu color y tu nombre se propagan
por las cosas pintadas de blanco.
UN NOMBRE
Oh compañera de
recién corazón construido:
cómo me eres necesaria,
cómo te necesito ahora de pronto.
Oh compañera creciendo en ataúdes, en sonidos,
en ángeles,
cómo quisiera verte ahora y de pronto,
cómo me eres necesaria,
cómo te necesito
mientras duermo detrás de puertas grandes
y hoteles falsos.
Oh compañera de recuerdos grandes y de cosas en ruinas:
cómo necesito contar tus besos, entre pájaros,
cruzando por corredores,
por guerras, por instrumentos,
por corazones de extraños.
Oh compañera
cómo te necesito
para controlarme de pronto,
para escapar como el solo solitario,
para cruzar de súbito por territorios de novias solitarias,
sin caer dando golpes
y levantando las manos y los pies
para conservar el nombre en la boca.
Marinelly.com
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