MUJERES, 2
ii
EL OTRO LADO
Desprovisto de cosas
permanentes
entro desarmado a su alma:
mis manos abren de golpe la puerta oscura de su jardín
y estacionan un templo de miel en su corazón:
entonces no sé nada del presente ni del pasado
ni de cualquier otra prematura ambición.
Ya adentro, cuando levanto mis manos,
sospecho que mis ojos sobran, mis manos no alcanzan,
y entre alturas presiento la destrucción:
es como si alguien saliera cuando entro,
es como si llegara cuando ella no me está esperando.
Y cuando la beso
y un huracán de luces y retratos
arrastran el barco anclado en mi corazón,
adivino otras paredes adentro,
otras casas, otra puerta, otro jardín:
sé entonces que es confuso su territorio de indios
porque mi amor ya no la alcanza,
ya no la llega
ya no la toca.
AHORA COMIENZA LA GUERRA
Ahora comienza la
guerra en el corazón:
ahora vendrá el derrumbe de alas,
y las sombras, juntando inviernos y ausencias,
empezaran a arrastrar mi alma
hacia el cementerio.
Ayer, cuando las calles eran nuestras,
sólo nuestras,
y su corazón poblaba el espacio en la cama,
mi corazón ocultaba sus cosas de mujer detrás de las
puertas,
y nunca pensé desterrar sus huesos de mi alma.
A veces era hasta dichoso pensándola.
Ay, lo que fue este amor de ciegos bajo la luna:
cómo el otoño prolongaba las horas
mientras construíamos parábolas de amor en la cama:
mis manos entonces juntaban su corazón y el mío
y construían dos torres blancas en su alma.
Pero su sonrisa, su respiración de luces blancas
no duraron siquiera hasta la llegada del alba:
ella no tardó en pensar sólo para el corazón del otro,
para su figura construida con el dolor de la mañana:
sus besos derribaron las paredes construidas en el corazón,
las casas, las puertas establecidas en mi alma:
ella entonces salió a buscarlo de pronto:
salió huyendo hacia su casa.
Cuando el alba toque en la puerta,
cuando sus dos luces azules se despidan de mi corazón,
cuando su voz abandone mis labios,
cuando sus senos sean sólo dos estampas en el recuerdo,
comenzará la guerra y vendrá el derrumbe de alas,
y las sombras, juntando inviernos y ausencias,
empezaran a arrastrar mi alma
hacia el cementerio.
LEVANTAMIENTO
Todavía hay una
muchacha
de ojos grandes más azules que el alba
rompiendo las cosas que se retrasan,
defendiendo mi corazón de entierros y amenazas:
en el silencio,
escucho sus dos lunas temblando,
escucho sus ojos,
escucho su alma.
Todavía hay un recuerdo que la noche acumula
y que el silencio distribuye en mi alma:
cuando, en la oscuridad,
ella sube a mi corazón,
su cuerpo levanta pianos,
rompe alfombras,
distribuye alas.
Todavía hay un recuerdo, un nombre
anclados exactamente donde el alma y el cuerpo
mantienen una eterna distancia:
sólo la lluvia y el silencio los ve
y sólo mi corazón los alcanza.
DESPUÉS DE TÍ
Después de tí,
compañera,
después de ti
tus ojos
vendrán a descansar en el recuerdo mi alma,
y la soledad no será la misma
y mi corazón sólo será un granero intacto
en la tristeza.
Después de tus ojos, compañera,
después de tus ojos
sólo vendrán los cuerpos inútiles,
las almohadas nocturnas, tendidas en el recuerdo.
Sólo vendrá el idioma derrotado en el tiempo:
tu espacio permanecerá cerrado en la cama,
y seguiré preguntando
la pregunta tonta.
Después de tu cuerpo, compañera,
después de tu cuerpo
la tristeza transformará los espejos
y desterrará las dos estatuas del recuerdo.
Después de tu recuerdo, compañera,
después,
ya no podré huir con tu cuerpo por el alma:
ya no podré llenar tu cuerpo
con el olor de mi soledad:
mis manos andarán perdidas en el frío
y mi voz entrará al silencio.
TE ESTOY QUERIENDO
Te estoy queriendo
sin remedios,
en mitad del frío, de la carne y del alma:
te estoy queriendo:
a pedazos,
a uñas,
a golpes
y amenazas.
Para entrar a tu dominio
(ese paso sin propósito de tus manos,
ese ruido mojado que entre destrucciones pasa cerrándose
cuando te proteges y echas en cara mis cosas de hombre),
armo mi amor de recuerdos, de días, de abogados,
de hachas, de corazones maltratados:
entonces mi caída es menos violenta, menos trágica:
cuando recorro tu cuerpo
puedo escuchar mis pasos.
Te estoy queriendo sin remedios:
adentro,
en el alma:
donde mi hora más triste a veces cae
cuando me echas de la cama
o cuando, ocultándote detrás de las fotografías de
cumpleaños,
cierras la puerta con llaves
y me dices, desde dentro,
niño tonto, si estás triste;
o dulce borracho, si estás llorando.
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